Presentación
Hace ya bastantes años, me comentaba un profesor muy experimentado que los problemas prácticos de la educación formal son casi siempre los mismos, en todos los tiempos, niveles de enseñanza y contextos socioculturales. Me pareció una afirmación muy poco acertada, pues implicarla desconocer el dinamismo y la historicidad de la acción educativa. Sin embargo, con el paso del tiempo me he visto tentado a dar la razón a ese viejo colega. Es cuestión de ver los índices de las revistas especializadas y de los libros de pedagogía para descubrir que hay problemáticas que nunca pasan de moda; como las referidas a la evaluación del aprendizaje, a las técnicas de enseñanza eficaces, a la motivación de los estudiantes y otras tantas que, sin demasiado esfuerzo, podríamos seguir enumerando.
Esto nos indica por lo menos dos cosas: que las cuestiones esenciales de la educación se mantienen a lo largo de la historia y que nunca están del todo resueltas. En efecto: no hay soluciones absolutas y universales a los problemas que plantea la práctica educativa, precisamente por eso, porque es una práctica personal y social, y como tal, dinámica, contingente, siempre mejorable. Y esto, porque la educación es praxis, acción humana libre e intencional. Pero este no es espacio para ahondar en la naturaleza de la acción educativa, por ello abandonemos la justificación de algo que además es evidente.
El presente número de Educación y Educadores muestra que, si bien los problemas son casi siempre los mismos, las soluciones son diferentes, tan ricas en su pluralidad como la misma actividad educativa, con un alto margen de acierto y validez práctica y epistémica. Este tipo de problemas y soluciones tienen derecho a entrar en una revista académica, pues son conocimiento aplicable y replicable, y por supuesto que también contrastable y contestable. Es decir, que tienen las características exigibles al conocimiento científico.
Invitamos a los lectores a buscar en nuestra revista respuestas y alternativas de solución novedosas a problemas de siempre; pero los invitamos también a abandonar la pretensión de hallar soluciones absolutas y omnicomprensivas, que en la educación, como en las demás praxis humanas, no existen, y que de existir, aniquilarían la autonomía y el desarrollo profesional del educador, para reducirlo a un operario de la instrucción.
De nuevo, gracias a nuestros colaboradores y demás equipo editorial.
Ciro Parra-Moreno
Director-Editor