Presentación

Si en la práctica educativa o en la teoría de la educación tuviéramos respuestas cerradas y concluyentes, la pedagogía como ciencia humana y social perdería su razón de ser. Esto que parece evidente no lo es para quienes se empeñan en dar por superadas algunas cuestiones, y dudan de que sobre ellas pueda decirse más y mejor; son los mismos que, por un cierto esnobismo, importan o inventan neologismos, ignorando, no siempre por ignorancia, la larga tradición del pensamiento pedagógico de Occidente.

Por fortuna, en muchos casos las prácticas no siguen a los discursos; son más sabias y más duraderas. Pero quizás a eso se deba que, con frecuencia, sean blanco de la crítica de los discursos ideológicos, didácticos, administrativos o políticos sobre la educación, que excepcionalmente proceden de los propios profesionales del quehacer educativo. Las prácticas que para los discursos resultan perversas u obsoletas son atribuidas a la falta de discurso previo, pero se disputan a dentelladas las que, según ellos, resultan eficaces.

En educación, las prácticas se asocian a los educadores, y los discursos a los pedagogos y a los políticos. Los problemas de los primeros son recurrentes y nunca resueltos del todo. Los problemas de los segundos también lo son; la diferencia es que ellos no lo aceptan, los clausuran con un discurso, y terminan por distanciarse de la verdadera realidad: la del profesor, la del directivo docente, la del padre de familia.

En nuestra publicación estamos convencidos de que la mejora de la calidad de la educación está en las prácticas y no en los discursos; que lo educadores aprenden más de las prácticas de sus colegas que de los discursos pedagógicos; que los problemas prácticos tienen derecho a estar presentes en las revistas científicas, y a ser considerados y reconsiderados.

Los contenidos del presente número de Educación y Educadores son novedosos, porque nacen de la práctica y quieren aportarle a ella. Son las miradas de los profesionales del quehacer educativo, en sus diferentes ámbitos, a sus problemas reales, y sus esfuerzos por solucionarlos de una manera sistemática y rigurosa; es decir, investigativa.

Los invitamos aprovechar estos aportes, que sin duda enriquecerán la labor académica de todos ustedes, nuestros lectores.

Ciro Parra Moreno
Director